| Apuntes biográficos Su nacimiento Husain Ibn `Ali, la paz sea con él fue el segundo valiente 
                hijo de `Ali Ibn Abi Talib (P) y Fátima Zahra’ (P). 
                Cuando dieron la noticia del nacimiento del pequeño al 
                Mensajero de Dios, éste se dirigió a casa de su 
                querida hija y pidió a Asma’ que le trajera al recién 
                nacido. Asma’ envolvió al infante en un lienzo blanco 
                y lo puso en los brazos de su abuelo, el Mensajero del Islam (PBd), 
                quien sin demora, pronunció el Adhan en el oído 
                derecho de su amado nieto y el Iqamah en el oído izquierdo.  Fue en uno de los primeros siete días después 
                de su nacimiento, que Gabriel -el honesto mensajero de Dios- se 
                apareció y dijo a Muhammad (PBd):  “Saludos de Dios para ti ¡oh, Mensajero 
                del Islam! Llama a este pequeño como fue llamado el hijo 
                de Aarón ‘Shubair’ o sea Husain, ya que `Ali 
                para ti es como Aarón fue para Moisés, con la única 
                diferencia de que tú eres el último Profeta”.  Y así fue como el nombre de Husain fue elegido para el 
                segundo hijo de Fátimah Zahra’ (P). El séptimo 
                día de su llegada al mundo, su madre Zahra’ (P) sacrificó 
                un cordero para cumplir con el aqiqah (Ofrecimiento, 
                costumbre recomendada en muchas narraciones islámicas para 
                la salud del infante); después cortó el cabello 
                de Husain, lo pesó y la misma cantidad en plata la entregó 
                como sadaqah (limosna).  Husain en compañía del Mensajero de Dios (PBd) Desde el día del nacimiento de Husain Ibn `Ali (P), que 
                tuvo lugar el cuarto año de la Hégira, hasta día 
                en que murió su amado abuelo, el Mensajero del Islam (PBd), 
                aproximadamente seis años y algunos meses después, 
                los musulmanes, a través del afecto y amor que expresaba 
                el Profeta (PBd) por Husain (P), descubrieron la eminencia y grandeza 
                de este tercer Imam.  Salmán el Farsi cuenta: “Ví un día 
                que el Mensajero de Dios (PBd) sentó a Husain en su regazo 
                y mientras lo besaba decía: 'Tú eres un eminente, 
                hijo de un eminente y padre de los eminentes; tú eres un 
                Imam, hijo de un Imam y padre de Imames; tú eres la prueba 
                de Dios, hijo de la evidencia de Dios y padre de todas las evidencias 
                del Todopoderoso que son nueve y la última de ellas, después 
                de un período de estar ausente, se rebelará y terminará 
                con la tiranía en el mundo (refiriéndose a 
                Imam Mahdi -P-)"  Uns Ibn Malik narra: “Cierto día preguntaron 
                al Mensajero de Dios (PBd) por quién de su familia sentía 
                más afecto, a lo cual respondió: 'Por Hasan y Husain'”.  En reiteradas ocasiones tomó a sus dos nietos en su regazo, 
                besándolos y apretándolos fuertemente contra su 
                pecho.  Abu Hurairah, que fue uno de los mercenarios y seguidores de 
                Mu’awiyah, y enemigo de la familia de los purificados Imames 
                declaró: “Vi al Mensajero de Dios (PBd) que sentaba 
                a Hasan y Husain sobre sus hombros mientras se me acercaba, entonces 
                me dijo: 'Quién ame a éstos -refiriéndose 
                a Hasan y Husain- es como si me hubiese amado a mí, 
                y quién sea su enemigo es como si se hubiese enemistado 
                conmigo'”.  La frase más eminente, pronunciada por el Enviado de 
                Dios (PBd), que demuestra la relación espiritual y trascendente 
                entre el Profeta (PBd) y Husain (P) fue esta:   “Husain es parte mía y yo soy parte 
                de Husain”.  Husain (P) en compañía de su padre (P) Los primeros seis años de su infancia los pasó 
                junto a su honorable abuelo y después del fallecimiento 
                del Profeta (PBd) vivió treinta años junto a su 
                padre. Padre ejemplar, que no gobernó excepto con justicia, 
                que no vivió excepto con pureza y devoción, que 
                no vio, no deseó ni encontró a nadie excepto a Dios. 
                Hombre al cual molestaron constantemente durante su magisterio, 
                tal y como cuando le negaron su derecho al califato, época 
                en la cual Imam Husain (P) obedecía las ordenes de su padre. 
                Durante los años que Imam `Ali (P) ocupó el califato, 
                Husain (P), al igual que su hermano Hasan (P), se preocupaba por 
                lograr los objetivos del Islam, participando también en 
                las guerras de Yamal, Siffin y Nahravan.  Fue así como Husain Ibn `Ali (P) apoyaba a su padre, 
                el Emir de los Creyentes, y a la religión de Dios; y en 
                repetidas ocasiones protestó públicamente por la 
                usurpación del califato.  Un día, durante el gobierno de `Umar, Imam Husain (P) 
                entró en la mezquita mientras que el segundo califa se 
                encontraba dando un sermón sobre el púlpito que 
                había pertenecido al Mensajero de Dios (PBd), entonces 
                este honorable exclamó: “¡Baja del púlpito 
                de mi padre…!".  Husain (P) al lado de su hermano Después del martirio de `Ali (P), por orden del Enviado 
                de Dios y según el testamento del Emir de los Creyentes, 
                `Ali Ibn Abi Talib (P), le fue transmitido el imamato y liderazgo 
                de los musulmanes a su hijo mayor Hasan Ibn `Ali (P), siendo obligatorio 
                y necesario para todos los musulmanes escuchar y obedecer las 
                órdenes y mandatos de Imam Hasan (P). Imam Husain (P), 
                que había sido educado por el Mensajero del Islam (PBd) 
                y por Imam `Ali (P), seguía el mismo camino que su hermano.  Cuando, por los intereses del Islam, la sociedad musulmana y 
                por orden de Dios, Alabado sea, Imam Hasan (P) se vio obligado 
                a pactar con Mu’awiyah y soportar todo tipo de inconveniencias; 
                Husain (P) sin rebelarse sufrió al igual que su hermano, 
                ya que sabía que ese acuerdo se había realizado 
                por el bien del Islam y de los musulmanes. Incluso un día 
                que Mu’awiyah se encontraba frente a estos dos imames, comenzó 
                a insultar a Imam Hasan (P) y a su valiente padre, entonces Husain 
                (P) se levantó para defenderlos, acallar las palabras que 
                salían de la boca de Mu’awiyah y darle su merecido, 
                pero Imam Hasan (P) le pidió que se calmara y guardara 
                silencio. Husain (P) aceptó y regresó a su lugar; 
                entonces él mismo -Imam Hasan (P)- con una declaración 
                elocuente y rotunda hizo callar a Mu’awiyah.  Imam Husain (P) durante el gobierno de Mu’awiyah Después del fallecimiento del Imam Hasan (P), según 
                lo dictado por el Mensajero de Dios (PBd), por `Ali Ibn Abi Talib 
                (P) y lo especificado en el testamento de Imam Hasan Ibn `Ali 
                (P), el imamato y liderazgo de los musulmanes pasó a manos 
                de Imam Husain (P) convirtiéndose en el representante de 
                Dios para dirigir a la sociedad.  Imam Husain (P) fue Imam por un período de diez años. 
                Todos ellos, excepto los últimos 6 meses, coincidieron 
                con el califato de Mu’awiyah. Imam Husain (P) vivió 
                bajo las más difíciles condiciones, sufriendo opresión 
                y persecución. Esto fue debido al hecho de que: Primero 
                de todo, las leyes y regulaciones religiosas habían perdido 
                mucho de su peso y crédito, y los edictos de los gobernantes 
                Omeyas habían ganado total autoridad y poder. Segundo, 
                Mu’awiyah y sus ayudantes usaron todos los medios posibles 
                para apartar a los miembros de la Casa del Profeta y los seguidores 
                shiítas y hacer que se olvidaran los nombres de ‘Alí 
                (P) y su familia. Y sobre todo, Mu’awiyah deseó fortalecer 
                las bases del califato de su hijo Yazid quien, debido a carecer 
                de principios y escrúpulos, era rechazado por gran cantidad 
                de musulmanes. Por ello, para sofocar toda oposición, Mu’awiyah 
                tomó nuevas y más severas medidas.   Imam Husain (P) veía como Mu’awiyah, respaldándose 
                en el poder del gobierno islámico, que en forma ilegítima 
                había obtenido, pretendía destruir los cimientos 
                de la sociedad islámica y las leyes de Dios. Este Imam 
                (P) sufría al ver el gobierno ficticio y destructivo que 
                había creado Mu’awiyah, pero se encontraba imposibilitado 
                para derrocarlo y tomar el poder en sus manos, hallándose 
                en una situación similar a la que había soportado 
                su hermano Hasan (P).  Imam Husain (P) sabía perfectamente que si hacía 
                pública su oposición y provocaba un cambio en la 
                situación reinante, antes de que pudiese actuar lo matarían; 
                por consiguiente, se vio obligado a callar y esperar, ya que con 
                su muerte no se obtendría nada.  Mientras Mu’awiyah estuvo en vida, Imam Husain (P), al 
                igual que su hermano, se abstuvo de izar la bandera de la oposición, 
                con la única diferencia de que a veces criticaba la situación, 
                así como la forma de actuar y pensar de Mu’awiyah.  Cuando Mu’awiyah obligaba a la gente a realizar el juramento 
                de fidelidad a su hijo Yazid, Husain (P), por medio de sermones 
                y cartas contundentes mostró su descontento, rechazando 
                a Yazid como sucesor al califato.  Jurar fidelidad era una antigua tradición árabe 
                que fue trasladada a asuntos importantes tales como el gobierno 
                y el reinado. Aquellos que eran gobernados, y especialmente los 
                más famosos entre ellos, debían darle la mano a 
                su rey o príncipe en señal de acatamiento, fidelidad 
                y obediencia, y de este modo mostrar su apoyo a sus actos. El 
                disentir después de jurar fidelidad era considerado una 
                desgracia y un deshonor para la persona, igual que romper un acuerdo 
                después de haberlo firmado oficialmente era considerado 
                un crimen. Siguiendo el ejemplo del Sagrado Profeta (PBd), la 
                gente creía que tal juramento cuando se daba libremente, 
                y no a la fuerza, implicaba autoridad y peso.  Mu’awiyah pidió a los notables de entre su gente 
                que dieran su fidelidad a Yazid, pero no le impuso esta obligación 
                al Imam Husain (P). El le dijo de forma especial a Yazid en sus 
                últimos deseos, que si Husain (P) rehusaba prestar juramento 
                de fidelidad, él debía pasarlo por alto y no darle 
                importancia, pues había entendido perfectamente las consecuencias 
                desastrosas que podría tener el asunto si se presionaba. 
                Por ello Mu’awiyah no insistió en que el Imam realizara 
                el juramento a Yazid, postura que continuó así hasta 
                la muerte de Mu’awiyah.  Por fuerza y necesidad Imam Husain (P) tuvo que soportar estos 
                días y tolerar toda clase de agonías y aflicciones 
                mentales y espirituales de Mu’awiyah y sus agentes, hasta 
                que a mediados del año 60 d.H. Mu’awiyah murió 
                y su hijo Yazid ocupó su lugar.   Imam Husain (P) durante el gobierno de Yazid  Después del fallecimiento de Mu’awiyah, su hijo 
                Yazid tomó la guía del gobierno islámico 
                en sus manos llamándose a si mismo Emir de los Creyentes; 
                quién, para estabilizar su ilegal y opresivo gobierno, 
                decidió enviar mensajes a los célebres y personalidades 
                musulmanes, invitándoles a que realizasen el juramento 
                de fidelidad -bai’at- con él; para lo cual 
                escribió una carta al gobernador de Medina en la que le 
                ordenaba: “Haz que Husain me preste el juramento, si 
                se opone ¡mátalo!” El gobernador puso 
                a Imam Husain (P) al tanto de lo ordenado por Yazid y poco después 
                recibió la contestación del Imam (P) que decía: 
                “Pertenecemos a Dios y regresaremos a Él. Cuando 
                alguien como Yazid (alcohólico, jugador, sin creencias 
                y corrupto, que no se preocupa ni siquiera por la apariencia externa 
                del Islam), gobierna al pueblo musulmán, tendremos 
                que hacer sonar el toque de muerte para el Islam (ya que 
                un dirigente como éste, utilizando la fuerza del Islam 
                y bajo el nombre del Islam, terminará con el Islam)”.  Imam Husain (P) sabía que si permanecía en Medina 
                sin reconocer al gobierno de Yazid, lo matarían; por ello, 
                para obedecer lo ordenado por Dios, una noche, aprovechando la 
                oscuridad, salió de esta ciudad rumbo a Meca. La noticia 
                del arribo de Husain (P) a Meca y su negativa a prestar juramento 
                a Yazid, se expandió rápidamente, llegando ésta 
                a los oídos de la gente de Kufah. Los kufis, sin demora, 
                invitaron a Husain (P), que en esos momentos se encontraba en 
                Meca, que viniese a esa ciudad y los gobernara. El Imam (P) envió 
                a su primo Muslim Ibn `Aqil para que estudiase de cerca la reacción 
                de los kufis y lo pusiese al tanto de la situación.  Cuando Muslim llegó a Kufah, se encontró con una 
                inesperada y calurosa bienvenida. Miles de gentes hicieron el 
                juramento de lealtad con el representante del Imam (P), entonces, 
                Muslim escribió a Imam Husain (P) que consideraba necesario 
                que inmediatamente partiese hacia allá.  No obstante el Imam (P) conocía perfectamente a los habitantes 
                de Kufah. Desde la época del gobierno de su padre y de 
                su hermano sabía de su infidelidad y alevosía. Sabía 
                que no debía confiar en el juramento que éstos habían 
                hecho y en lo que habían prometido a Muslim, pero para 
                completar su misión y cumplir con lo ordenado por Dios, 
                Loado sea, decidió dirigirse hacia la ciudad de Kufah.  A pesar de que hasta el octavo día de Dhul-Hayyah, día 
                en que toda la gente que se encuentra en Meca se prepara para 
                dirigirse hacia la región de Mina y todo aquél que 
                se encuentra en camino se apresura para llegar a Meca, Imam Husain 
                (P) permaneció en esta santa ciudad. Cuando el Imam se 
                enteró de que algunos seguidores de Yazid habían 
                entrado en Meca como peregrinos, con la misión de matarle 
                durante los ritos de la peregrinación, con las armas que 
                escondían bajo sus ropas, acortó los ritos de la 
                peregrinación y en un día como éste, acompañado 
                de su familia y seguidores, decidió partir en dirección 
                a Iraq, cumpliendo así con su deber y al mismo tiempo con 
                este movimiento hizo saber a todos los musulmanes del mundo, que 
                el hijo del último Profeta (PBd), no sólo no reconocía 
                al gobierno de Yazid y le rehusaba realizar el juramento de fidelidad, 
                sino que se rebelaba en contra del corrupto hijo de Mu’awiyah. 
                El Imam (P) puso de pie en medio de la multitud y en un corto 
                discurso, anunció su marcha a Iraq. En su discurso también 
                declaró que podría ser martirizado, llamó 
                a los musulmanes a ayudarle en la conquista de los objetivos que 
                tenía en mente y a ofrecer sus vidas en el camino de Dios. 
                El Imam Husain (P) estaba decidido a no dar juramento de fidelidad 
                a Yazid y era plenamente consciente que podía ser matado. 
                El era consciente de que su muerte era inevitable, dando el terrible 
                poder militar de los Omeyas, apoyados como estaban en la corrupción 
                de ciertos sectores, el declinar espiritual y la carencia de verdadero 
                deseo entre la gente, especialmente en Iraq. Algunos de los prominentes 
                hombres de Meca salieron al paso de Imam Husain (P) y le previnieron 
                del peligro que conllevaba la acción que estaba iniciando. 
                Pero él les contestó que se negaba a dar juramento 
                de fidelidad y aprobar un gobierno de injusticia y tiranía. 
                Añadió que sabía que podía ser asesinado 
                donde quiera que regresara o fuera. Y que abandonaba Meca para 
                proteger el respeto debido a la Casa de Dios y no permitir que 
                este respecto fuera destruido, dejando que su sangre fuera derramada 
                en ella.  Yazid, que se había enterado de la llegada de Muslim 
                a Kufah y del juramento de lealtad que la gente de esta ciudad 
                había hecho al Imam (P), envió a Ibn Ziyad (que 
                era uno de los más corrompidos seguidores de Yazid y uno 
                de los más sucios partidarios del gobierno Omeya, a la 
                ciudad de Kufah.  Ibn Ziyad, utilizando la poca fe, la hipocresía y el 
                miedo de la gente de Kufah, con intimidaciones y amenazas los 
                apartó de Muslim. Este fiel compañero de Husain 
                (P) se enfrentó valientemente contra los agentes de Ibn 
                Ziyad y finalmente fue martirizado como un valeroso guerrero (las 
                bendiciones de Dios sean para él). Entonces -Ibn Ziyad-, 
                incitó a la gente hipócrita y traicionera, así 
                como a los incrédulos de Kufah, contra Imam Husain (P), 
                llegando al punto que aquéllos mismos que habían 
                invitado al Imam (P) vistieran sus armas y esperaran la llegada 
                de Husain Ibn `Ali (P) para matarlo.  Desde la noche en que el Imam (P) salió de Medina y mientras 
                estuvo en Meca, y durante el tiempo que empleó en trasladarse 
                de Meca hacia Karbala, hasta el momento en que fue martirizado, 
                a veces insinuaba y otras abiertamente decía: “El 
                motivo de este movimiento es para denunciar al gobierno de Yazid 
                que se manifiesta en contra del Islam y para ordenar el bien (Amri 
                bil Ma’ruf) y rechazar el mal (Nahi az Munkar), 
                y terminar con la opresión, la crueldad y la injusticia. 
                Mi propósito es proteger el Sagrado Corán y revivir 
                la religión de Muhammad (PBd)”.  Esta era la tarea que Dios le había encargado y la cumpliría 
                incluso si fuese necesario ofrecer su sangre, la de sus compañeros 
                y la de sus hijos y familiares.  El Mensajero de Dios (PBd), así como Emir de los Creyentes 
                `Ali Ibn Abi Talib (P) y Hasan Ibn `Ali (P), anteriores guías 
                del Islam, habían predicho en repetidas ocasiones el martirio 
                de Imam Husain (P); inclusive el día de su nacimiento, 
                el Profeta (PBd) habló de como sería martirizado, 
                hasta él mismo, por el conocimiento (de lo oculto) que 
                poseía como Imam, sabía que al final de ese viaje 
                le esperaba el martirio. Sin embargo, él fue aquél 
                quien al infortunio y a la calamidad los consideraba una generosidad 
                de Dios, y al martirio la felicidad.  La noticia del martirio de Husain en Karbala era tan conocida 
                entre los musulmanes, que todos se mostraban temerosos por lo 
                que sucedería al final de este viaje. Así fue como 
                la emigración realizada por Husain (P), con todos los infortunios 
                y calamidades que tuvo que soportar, corroboró las opiniones 
                generales acerca de su martirio. En el camino hacia Karbala dijo: 
                “Aquél que esté listo para ofrecer su 
                vida por el mismo motivo que yo ofrezco la mía, y esté 
                preparado para encontrarse con su Señor, ¡que me 
                acompañe!”.  Fue por eso que algunos de sus seguidores trataron de disuadirlo, 
                pues ignoraban que el hijo de `Ali Ibn Abi Talib (P), el Imam 
                (P) y sucesor del Profeta (PBd), conocía perfectamente 
                su deber y nunca desobedecería aquello que Dios le había 
                encomendado.  Imam Husain (P) a pesar de las muchas opiniones y presiones 
                que le rodeaban, continuó su camino sin dudar en ningún 
                momento respecto a la decisión que había tomado. 
                La partida del Imam no fue un acto apresurado y sin meditación. 
                Un Imam Infalible no actúa de manera despreocupada e incauta. 
                Por el contrario, el Imam sabia perfectamente cual era su destino 
                y no estaba dispuesto a rechazarlo. Unas de las muestras de su 
                conocimiento con respecto a la situación, es el hecho de 
                haber dejado antes de marcharse a Meca un escrito a Umm Salama, 
                una de las esposas del Profeta (PBd), especificando que el Imamato 
                después de su muerte le correspondía a su hijo ‘Ali 
                Zain ul ‘Abidin.  La masacre de Karbala En el camino fue interceptado por Hurr al Riahi con un ejército 
                de mil hombres. Hurr era un conocido y valiente militar. Habló 
                con el Imam respetuosamente informándole que debía 
                acompañarlo al sitio en el cual se encontraba Ibn Ziyad. 
                Ellos continuaron su marcha hasta la costa del río Eufrates, 
                donde el caballo del Imam se negó a continuar. El Imam 
                Husain (P) cambió de corcel nueve veces, pero ninguno quería 
                marchar. Entonces preguntó: “¿Cómo 
                se llama este lugar?” Le dijeron: “Ninawa”. 
                Preguntó si tenía otro nombre, le contestaron: 
                “Algaziria”. Volvió a preguntar por otro 
                nombre y le dijeron: “Karbala”. Entonces 
                desmontó diciendo: “¡Me refugio en Dios 
                del infortunio y de la aflicción! Aquí nos detendremos. 
                Aquí moriremos y éste será el albergue de 
                nuestras tumbas. Mi abuelo me anunció que en este lugar 
                hallaría el martirio”.  Su hermana Zainab, la hija de ‘Alí (P) y Fátimah 
                (P), lloró diciéndole que él hablaba con 
                total certeza de su muerte. Entonces Husain (P) le dijo: “¡Oh, 
                hermana mía! No permitas que Satanás juegue con 
                tu mente. Todo aquél que tenga vida, morirá. Sólo 
                permanecerá la Faz de Dios, y hacia Él será 
                nuestro retorno. ¿Dónde están, acaso, mi 
                abuelo, mi padre y mi hermano? Ellos fueron mejores que yo, superiores 
                a mí”.  Tres días después, Ibn Ziyad le envía un 
                mensaje ordenándole el sometimiento al gobierno de Yazid, 
                a lo cual el Imam se negó. Entonces lo envía a sitiar 
                con un gran ejército mil hombres, comandados por ‘Umar 
                Ibn Sa’d, cuyo padre había sido uno de los primeros 
                musulmanes.   Ellos cercaron el campamento del Imam y le bloquearon el acceso 
                al agua, a fin que la sed los debilitase y atormentase. Durante 
                los tres días de asedio no les permitieron tomar ni la 
                menor provisión de agua, dejando padecer tanto a los hombres 
                como a las mujeres y niños, la intensa sed de aquellos 
                calurosos días en el desierto.  Durante 8 días permanecieron en este lugar, durante los 
                cuales el sitio se estrechó y el ejército enemigo 
                aumentó. Finalmente el Imam (P) con sus familiares y un 
                pequeño grupo de compañeros, fueron rodeados por 
                un ejército de treinta mil soldados. Durante estos días, 
                el Imam fortificó sus posiciones e hizo una selección 
                final de sus compañeros. Durante la noche los llamó 
                y en una corta charla les dijo que no había nada aguardándoles 
                más que la muerte y el martirio, añadiendo que, 
                puesto que el enemigo estaba interesado sólo en su persona, 
                el les liberaba de todas sus obligaciones de manera que cualquiera 
                que quisiera pudiese aprovechando la oscuridad de la noche, escapar 
                y salvar su vida. Entonces, ordenó apagar las luces y la 
                mayoría de sus compañeros, que le habían 
                acompañado pensando en su propio beneficio, se dispersaron. 
                Sólo permanecieron unos cuantos de aquellos que amaban 
                la Verdad, unos cuarenta de sus ayudantes cercanos y algunos de 
                los Bani Hasim.  Otra vez reunió el Imam a los que quedaban y los puso 
                a prueba. Se dirigió a sus compañeros y a sus familiares 
                Hashemitas, diciéndoles de nuevo que el enemigo estaba 
                solamente interesado en su persona, cualquiera podía aprovechar 
                la oscuridad de la noche y escapar del peligro. Pero esta vez 
                los fieles compañeros del Imam (P) le respondieron, cada 
                uno a su manera, que no se desviarían ni un instante del 
                camino de la verdad, en el cual el Imam (P) era el líder 
                y que jamás le dejarían solo. Que defenderían 
                a sus familiares hasta la última gota de su sangre y tanto 
                tiempo como pudieran sostener la espada.  Hurr, quien había sido comandante del enemigo, junto 
                a su hijo se trasladó al ejército del Imam para 
                alcanzar el martirio en el camino verdadero.  El noveno día del mes de Muharram, el Imam (P) recibió 
                del enemigo el último reto para elegir entre “juramento” 
                o “muerte”. El Imam (P) solicitó un plazo para 
                la adoración durante la noche y determinó entrar 
                en combate al día siguiente.  Al día siguiente, luego de la plegaria del alba, el Imam 
                organizó sus tropas. Contaba con treinta y dos hombres 
                a caballo y cuarenta a pie. Envió primero a Gurair Ibn 
                Jusair para que les hablara y exhortara, pero no lo escucharon. 
                Luego fue él mismo ante el ejército enemigo y disertó 
                ante ellos. Les recordó sus derechos y su prestigio; les 
                recordó que fueron ellos quienes lo llamaron y ahora lo 
                traicionaban; les advirtió sobre la muerte y el castigo 
                de Dios, y suplicó a Dios contra ellos. Les dijo:  “Analicen mi linaje y consideren quién 
                soy yo. Luego obsérvense a vosotros mismos y recapaciten. 
                Consideren cuál es vuestro derecho a matarme y a violar 
                el honor de mis mujeres. ¿Acaso no soy el hijo de la hija 
                del Profeta (PBd) e hijo de su primo y auténtico heredero, 
                el primer hombre en creer en Dios y Su Profeta (PBd) conducido 
                por su Señor? ¿Acaso no fue Hamzah el señor 
                de los mártires, mi tío? ¿No han escuchado 
                las palabras del Mensajero de Dios (PBd) concernientes a mi hermano 
                y a mi cuando dijo: “Ellos son los señores de los 
                jóvenes del Paraíso?” Ya sea que crean en 
                lo que digo o no, hay entre vosotros quienes os pueden decir esto 
                si les preguntan. Preguntadle a Yabir Ibn ‘Abdul.lah Al Ansari, 
                Abu Sa’id Al Judri, Salhl Ibn S’d Al Sa’idi, 
                Zayd Ibn Arqam y Anas Ibn Malik lo que ellos han escuchado de 
                las palabras del Mensajero de Dios (PBd) concernientes a mí 
                y a mi hermano. ¿Eso no es suficiente como para impedir que 
                derramen mi sangre?”  ‘Umar Ibn Sa’d fue el primero en atacar, arrojando 
                una flecha hacia la tienda en la que acampaba el Imam. La batalla 
                comenzó, y debido a la notable cantidad de hombres en las 
                filas del enemigo, los compañeros del Imam Husain (P) comenzaron 
                a ser martirizado. ‘Abbas Ibn ‘Alí hermano 
                del Imam, fue asesinado mientras se esforzaba por traer agua para 
                las mujeres y niños.   El décimo día de Muharram del año 61 d.H. 
                el Imam (P) se enfrentó al enemigo con su pequeño 
                grupo de seguidores, compuesto por cuarenta de sus compañeros, 
                unos treinta miembros del ejército enemigo que se habían 
                unido a él durante la noche y el día de la batalla, 
                y su familia los Bani Hashim, niños, hermanos, primos, 
                sobrinos y sobrinas. Ese día lucharon desde la mañana 
                hasta el último aliento y finalmente una flecha hirió 
                su cabeza, luego otra le dio en el pecho y cayó. Entonces 
                Shimr Ibn Dhi al Yawshan lo mató, cortó su cabeza 
                y la colocó en la punta de la lanza para presentarla ante 
                Ibn Sa’d. Los soldados después cabalgaron sobre los 
                cuerpos de los mártires y apresaron a las mujeres. Sólo 
                se salvó ‘Ali Zain ul ‘Abidin, hijo del Imam 
                Husain (P), quien sería el cuarto Imam.  ‘Ali Zain ul ‘Abidin no pudo combatir por hallarse 
                fuertemente enfermo. Su tía Zainab lo protegió cuando 
                los soldados quisieron darle muerte en el momento que fueron a 
                capturar a las mujeres.  Durante la batalla no solamente el Imam, sino también 
                sus compañeros e hijos que cada uno de ellos brillaba como 
                una luminosa estrella en el horizonte del Islam y con cuya sangre 
                humedecieron la ardiente tierra de Karbala encontraron el martirio, 
                para así hacer saber a la sociedad musulmana que Yazid 
                -producto de una unión ilegítima de los Omeyas-, 
                no era sucesor del Mensajero de Dios (PBd) y principalmente, que 
                el Islam, no pertenecía a los Omeyas, ni los Omeyas eran 
                parte del Islam.  En total murieron diecisiete hombres de la familia del Imam, 
                todos de Bani Hashim. Fueron seis hijos del Emir de los Creyentes, 
                tres hijos del Imam Hasan (P), dos hijos del Imam Husain (P), 
                dos hijos de ‘Abdul.lah Ibn Ya’far Ibn Abi Talib, 
                tres hijos de Aquil Ibn Abi Talib y un nieto de Aquil (Ya’far 
                y Aquil eran hermanos del Imam ‘Ali -P-). ‘Abdu.lah 
                Ibn Ya’far era esposo de Zainab. Incluso mataron al hijo 
                menor del Imam Husain (P). ‘Ali al Asgar, de sólo 
                seis meses de edad, mientas su padre lo tenía en brazos 
                y preguntaba al enemigo por qué le negaban agua a una criatura 
                inocente.   El Imam Husain (P) fue martirizado después de la oración 
                del mediodía. Cuando el Imam fue herido y estaba próximo 
                a morir dijo:   “En el Nombre de Dios, por Dios y sobre la 
                comunidad del Enviado. Dios mío, Tú sabes que ellos 
                matan a un hombre al cual no se le iguala ninguno de los descendientes 
                del Profeta (PBd). Tengo paciencia en lo que respecta a tu decreto, 
                ¡oh, Señor! No hay divinidad excepto Tú. ¡Oh, 
                Amado de los que imploran auxilio!”.  El levantamiento de Husain (P) A propósito, ¿han reflexionado alguna vez en que 
                si el doloroso martirio y grandiosa epopeya de Husain (P) no hubiese 
                sucedido y los musulmanes hubiesen reconocido a Yazid como sucesor 
                del Profeta (P), sin duda la gente hoy en día, cuando escuchase 
                hablar acerca de la depravación de Yazid y sus representantes, 
                odiaría el Islam!.  Desde el momento en que los supervivientes de la matanza de 
                Karbala -la mayoría de ellos familiares de Husain (P)- 
                fueron capturados, se encargaron de hacer saber a la gente el 
                profundo mensaje de este martirio; y la historia nos cuenta que 
                estas honorables personas, tanto en las ciudades como en los bazares, 
                en las mezquitas y hasta en la corrompida corte de Ibn Ziyad -ministro 
                de Yazid- e incluso en la misma corte de Yazid, en todas partes 
                y en todo lugar hablaron, predicaron y clamaron para arrancar 
                la máscara de los horribles rostros de los asalariados 
                asesinos de los Omeyas para probar, en esta forma, que Yazid era 
                un perverso y un alcohólico, que carecía de la capacidad 
                de ser califa y dirigía un gobierno que no le pertenecía, 
                siendo este movimiento el que completó el mensaje del martirio 
                husaini y el que provocó una tormenta en los corazones 
                de la gente con respecto a Yazid, frustrando así sus diabólicas 
                aspiraciones y dejando como resultado que el nombre de Yazid tomase 
                un sinónimo de bajeza y perversidad.  Es necesario realizar un profundo análisis para poder 
                comprender la filosofía de todas y cada una de las fases 
                de este movimiento.  Desde que el Imam (P) fue martirizado hasta hoy en día, 
                sus amigos y seguidores, así como a todos aquéllos 
                que valoran los honores y grandeza del ser humano, cada año 
                guardan luto el día del aniversario de su revolución 
                y martirio recordándolo con dolor y gran pena, y se lamentan 
                por lo sucedido en la “matanza de Karbala”.  Nuestros purificados Imames siempre tuvieron un especial interés 
                en revivir el suceso de Karbala, además visitaban el sepulcro 
                de Husain (P), vestían de luto y repetidas veces hablaron 
                del mérito que tiene entristecer y hacer duelo por él.  Abu `Amarah cuenta: “En cierta ocasión fui 
                a visitar al sexto Imam, Imam Sadiq (P), quien me dijo: 'Recita 
                una elegía acerca del martirio de Husain'. Yo recitaba 
                y él lloraba y sollozaba tanto que sus lamentos se escuchaban 
                hasta fuera de la casa. Después de que terminé de 
                recitar, el Imam (P) me habló de la recompensa y superioridad 
                que lleva aquél que hace llorar a la gente por Imam Husain 
                (P)".  En otra ocasión Imam Sadiq (P) expresó: “No 
                es recomendable llorar y perder la calma por ningún evento 
                trágico a menos que sea por el martirio de Husain Ibn `Ali 
                (P), en cuyo caso obtendrá una gran recompensa y retribución”.  El quinto de los Imames, Baqir ul `Ulum (P), en una ocasión 
                dijo a su gran compañero Muhammad Ibn Muslim: “Decid 
                a mis Shi`ah que visiten el sepulcro de Husain (P) ya que para 
                cualquier creyente que reconozca nuestro Imamato es necesario 
                que visite la tumba de Abu ‘Abdul.lah il- Husain (P)”.  Imam Sadiq (P) aseguró: “Aquél que visite 
                a Husain (P) obtendrá más recompensa que la que 
                pudiese obtener por cualquier obra buena”.  Visitar la tumba de Husain (P) enseña al mundo lo que 
                significa la verdadera fe y lo que significa realizar una obra 
                devota, y en verdad que al realizar este acto se obtiene un sentimiento 
                de benevolencia, castidad y devoción en el alma.  Todo el luto que se guarde por Husain Ibn `Ali (P), así 
                como el respeto que se sienta al visitar su sepulcro y al recordar 
                la tragedia de Karbala, contiene en sí un eminente valor; 
                pero debemos ser conscientes de no limitarnos únicamente 
                a estas visitas, sollozos y aflicción, sino que debemos 
                aprender de todas estas demostraciones la filosofía de 
                seguir una religión, la devoción y la obediencia 
                de las leyes divinas, siendo éste su verdadero propósito. 
                Así también nuestra gran necesidad de profundizar 
                en el significado del término humanidad y aprender a vaciar 
                nuestros corazones de todo aquello que no sea Dios, ya que, en 
                caso contrario llegará al olvido el principal objetivo 
                del martirio de Husain (P).  Moral y comportamiento del Imam Husain (P) En una breve mirada a los cincuenta y seis años de la 
                vida -llena de amor y siempre en busca de Dios- de Husain (P), 
                comprendemos que llevó una existencia llena de pureza y 
                devoción, y que siempre se preocupó por difundir 
                la misión profética de Muhammad (PBd) con un profundo 
                entendimiento, más allá de todo lo que podamos ver 
                y comprender.  A continuación recordaremos algunos pasajes de su vida, 
                que han quedado, para nosotros, grabados en la historia:  Husain Ibn `Ali (P) se dedicaba a realizar la oración, 
                bendecir a su Creador y leer el Sagrado Corán, poniendo 
                gran interés cuando suplicaba e imploraba clemencia y misericordia. 
                A veces en el transcurso de un día realizaba hasta cientos 
                de ciclos -rak’at- de oración. Incluso la 
                última noche de su vida no dejó de alabar e invocar 
                a Dios, Loado sea; y hemos leído en diferentes documentos 
                que ese día pidió a sus enemigos una tregua para 
                estar en privado con su Creador y dijo: “Dios, Glorificado 
                sea, sabe lo mucho que me agrada realizar la oración, leer 
                Su Libro Sagrado y suplicar, así como pedir clemencia y 
                perdón”.  Repetidas veces durante su vida, se dirigió a pie hacia 
                la Casa de Dios, La Ka`bah, para llevar a cabo los rituales del 
                Hayy (peregrinación). Los hijos de Ghalib Assadi (Bashar 
                y Bashir) narraron: “En la tarde del día de `Arafah, 
                noveno día del mes de Dhihayyatul Haram, acompañábamos 
                a Husain (P) por el desierto de `Arafah. Este honorable, con profunda 
                humildad y devoción salió de la tienda de campaña 
                y se dirigió, acompañado de algunos de sus seguidores 
                e hijos, hacia el monte; se detuvo en las faldas de éste, 
                volteó su purificado rostro hacia la Ka`bah y entonces 
                levantando sus manos al cielo como un débil necesitado 
                pronunció las siguientes súplicas: 'Loado y alabado sea Dios, Creador del Universo, 
                a quien nadie puede rechazar Su voluntad, ni impedir Su Dádiva 
                e Indulgencia Sus manos están llenas de Generosidad y Magnanimidad 
                y todo Lo Creó, sólido e inmaculado, con Su Sabiduría, 
                ningún hecho oculto es para Él un secreto y aquello 
                que se le confíe nunca será alterado. Él recompensa y castiga a todos y es Reformador 
                de las faltas de sus siervos que Lo invocan, y Misericordioso 
                con los débiles e impotentes. Él hizo descender 
                los beneficios y el Libro dirigente de la sociedad -el Sagrado 
                Corán- luminoso y brillante, y escucha las súplicas 
                y resuelve los problemas y Es quien eleva el grado de los benevolentes 
                y destruye a los opresores. No hay Dios más que Él 
                y nadie ni nada se Le asemejan, Él escucha y ve, y es caridad, 
                delicadeza y sabiduría y, en cualquier situación, 
                omnipotente y poderoso. ¡Oh, Supremo! me dirijo a Ti y doy testimonio 
                de Tu providencia, admito y confieso que Tú eres el más 
                supremo y que regresaré hacia Ti. Antes de que fuese algo 
                y hubiese un signo de mi existencia, Me agraciaste y creaste de 
                tierra. Luego Me trajiste al mundo, íntegro y saludable, 
                para conducir según lo que Me habías destinado desde 
                antes; y Me cuidaste desde que me encontraba en la cuna y era 
                un lactante y, en cuanto a mi sustento, Me diste una leche agradable 
                y digerible, e hiciste bondadosos hacia mi, los corazones de los 
                que me criaron, y obligaste a las cariñosas madres a que 
                me educaran, y Me cuidaste de todas las perversidades ocultas 
                de los genios y demonios, Me cuidaste de todas las abundancias 
                y escasez. Pues Tú eres Eminente, ¡oh, Clemente!, 
                ¡oh, Misericordioso! Hasta el momento en que pronuncié 
                mis primeras palabras, Me diste todas Tus gracias y todos los 
                años Me educaste hasta que llegué a la perfección 
                y mi fuerza se equilibró. Entonces Me demostraste tu prueba 
                e inspiraste de Tu Conocimiento, y Me dejaste maravillado con 
                Tu Prudencia; Me mostraste Tus Creaciones, sin precedente, en 
                el cielo y en la tierra; y para agradecerte y recordarte Me concientizaste, 
                e hiciste para mí obligatorio el obedecerte y adorarte, 
                y el mensaje que trajeron Tus enviados Me lo explicaste, y facilitaste 
                para mí el aceptar aquello que atrae tu satisfacción, 
                agraciándome con todos estos favores. ¡Oh, Dadivoso! No Te satisfizo negarme alguna 
                de Tus Bendiciones, con Tu Gran Generosidad y continuo Benéfico 
                Me diste como sustento diferentes comidas y bebidas, y diferentes 
                ropajes y vestidos. Entonces, después de que Me otorgaste 
                todos Tus Bienes y alejaste de mí las desgracias, mi poco 
                entendimiento y osadía hacia Ti, no Te detuvieron en dirigirme 
                y en hacerme triunfar para tener un lugar cerca de Ti. ¡Dios mío! cuál de tus favores 
                puedo enumerar y recordar, y cuál de tus obsequios agradecer, 
                mientras Tus gracias son más de lo que los contadores pueden 
                enumerar y los calculistas pueden tener conocimiento. Además 
                es muy claro que en lugar de todas las violencias, enojos y calamidades 
                que alejaste de mi, incrementaste bienestar, salud y comodidades. ¡Dios mío! por mi verdadera fe y... 
                te tomo como testigo, y suponiendo que estuviese vivo en todas 
                las épocas y en todos los tiempos, y procurase y me esforzase 
                por agradecer uno solo de Tus favores, no lo lograría a 
                menos que Tú me hicieses el favor de darme esa nueva virtud 
                de poderte agradecer, que ella misma representaría un nuevo 
                elogio hacia mi... ¡Oh, Siempre Eterno! Haz que sienta temor, 
                tal y como si te estuviese viendo, y hazme venturoso con virtudes 
                y templanza, y aleja de mi las culpas y defectos. ¡Oh, Misericordioso! Dame independencia en 
                mí mismo, certeza en mi corazón, sinceridad y devoción 
                en mis actos e ilumina mis ojos. Dame conocimiento y una clara 
                visión en cuanto a mi religión. ¡Oh, Dios mío! soy incapaz de contar 
                Tus mercedes y favores. ¡Oh, mi Amo, mi Señor! Tú que 
                fuiste generoso, Tú que Me diste la gracia, Tú que 
                fuiste bondadoso, y actuaste con superioridad e hiciste llegar 
                Tu perdón a la perfección. Fuiste Tú, el 
                que Me dio el sustento. Tú, el que Me concediste el triunfo. 
                Tú, el Dadivoso. Tú el que Me dio la independencia 
                y Me dio la fortuna, Me dio el refugio y fuiste Tú, el 
                que Me dio la habilidad. Tú, el que Me guió. Tú, 
                el que Me cuidó de los peligros y las caídas, y 
                fuiste Tú, el que cubrió mis errores. Tú, 
                el Clemente. Tú, el que Me mostró su indulgencia. 
                Tú, el que Me dirigió. Tú, el que Me otorgó 
                la fuerza y la victoria. Tú, el que Me curó. Tú, 
                el que Me dio salud. Tú, el que Me honraste. Tabarakta Rabbi ua ta`alaita falakal-Hamdu da’iman 
                wa lakash-Shukru uasiba  ¡Oh, mi Creador! Eminente y Magnánimo, 
                las alabanzas y elogios hasta la infinidad sean para Ti, única 
                y especialmente para Ti, y siempre para Ti. ¡Oh, mi Señor! Confieso que soy un 
                pecador, perdona mis errores'.  Ese día Husain (P) al pronunciar estas súplicas 
                acercó tanto los corazones de sus oyentes hacia Dios, al 
                punto que en sus gargantas ahogaban sus llantos; acompañando 
                sus sollozos a las palabras de su Imam, suplicaban a Dios y decían 
                Amin.  En la obra "Asad ul-Ghabah" Ibn Azzir narra: “Husain constantemente ayunaba y realizaba 
                muchas oraciones, repetidas veces fue al Hayy, daba limosna y 
                efectuaba todos aquellos actos complacientes para Dios”.  La personalidad de Husain Ibn `Ali (P) era tan superior que 
                cuando, acompañado de su hermano Hasan ul Muytaba (P), 
                se dirigía a Meca, los grandes personajes del Islam -por 
                respeto- bajaban de sus camellos o caballos y los acompañaban 
                a pie.  El respeto que los musulmanes mostraban por Husain (P) era sin 
                duda, porque él se relacionaba con la gente, vivía 
                con la gente y consideraba como suyas las necesidades y aflicciones 
                de la gente.  En verdad que él carecía de castillos esplendorosos, 
                soldados y esclavos que le protegiesen. Cuando quería cruzar 
                un camino, nunca cerraba el paso a la gente, y cuando iba a visitar 
                la tumba de su querido abuelo, el Mensajero de Dios (PBd), nunca 
                lo hacía en privado.  La siguiente narración es un ejemplo de su ética 
                social: “En cierta ocasión que Husain Ibn `Ali 
                (P) cruzaba por un camino, se encontró con un grupo de 
                necesitados que, sentados sobre sus capas, comían pan duro. 
                Cuando vieron que el Imam (P) se acercaba, lo invitaron para que 
                los acompañase. El aceptó y se sentó junto 
                a ellos, entonces después de comer un pedazo de pan duro 
                pronunció la siguiente aleya: «Dios no ama 
                a los altivos» (An Nahl 16:22)  Y agregó: -'Yo acepté vuestra invitación, 
                ahora vosotros debéis aceptar la mía'.  Poniéndose todos de pie se dirigieron a casa de Imam 
                Husain (P), quién ordenó que prepararan la mejor 
                comida, dando así una calurosa recepción a sus invitados 
                y una lección de humanidad a su sociedad”.  Shu`aibu Ibn `Abdir-Rahmani Juza`i narró: “Cuando 
                Husain Ibn `Ali (P) fue martirizado, encontraron callosidades 
                en su santa espalda. Entonces preguntaron al cuarto de los purificados 
                Imames, Imam Zain ul `Abidin (P), la causa de estas cicatrices, 
                quién respondió: 'Estas callosidades son a consecuencia 
                de los costales de comida que mi padre por las noches cargaba 
                sobre sus hombros para llevarlos a casa de las viudas, huérfanos 
                y necesitados'”.  El gran interés que Husain (P) mostraba por los oprimidos 
                y por ayudar a aquéllos que eran tratados injustamente, 
                podemos experimentarlo en la historia de Urainib y su esposo `Abdul.lah 
                Ibn Salam; la cual a continuación mencionamos en forma 
                condensada:  “En aquel tiempo que Yazid aún no 
                había tomado el poder en sus manos, a pesar de que contaba 
                con todo tipo de pasatiempos, deleites sensuales y placeres, como 
                por ejemplo dinero, posición, esclavas, bailarinas... etc., 
                sus libertinos e impúdicos ojos no pasaron por alto a una 
                mujer casada, honesta y decorosa. Su padre Mu’awiyah, en vez de oponerse a este 
                bajo y mezquino deseo, con calumnias y engaños preparó 
                el terreno para que esta honorable mujer musulmana se separase 
                de su esposo, y así poder llevarla a la alcoba de Yazid. 
                Husain Ibn `Ali (P) se enteró del asunto y se opuso a esta 
                baja resolución y, al ejecutar una de las leyes islámicas, 
                destruyó los siniestros planes de Mu’awiyah, regresó 
                a la mujer a su esposo `Abdul.lah Ibn Salam y terminó con 
                algunas de las violaciones que Yazid hacía a las pudorosas 
                familias musulmanas. El Imam (P) con este acto demostró 
                su fuerza de voluntad y coraje divino, así como su interés 
                por la reputación de la sociedad musulmana. Este suceso 
                se volvió una narración y quedó como recuerdo 
                de la magnificencia de la familia de `Ali (P) y la bajeza y tiranía 
                de los Omeyas”.  Al`Alaili en su obra "Sumul Ma`na" escribe: “En la historia del ser humano nos encontramos 
                con grandes personalidades que cada una de éstas, en diferentes 
                campos y aspectos, obtuvieron una fama universal: uno por su grandeza 
                y majestuosidad, otro por su ascetismo, otro por su generosidad 
                y otro por..., pero el esplendor y grandeza de Imam Husain (P) 
                son tan inmensos que cada una de sus infinitas dimensiones grabaron 
                en la historia su elevada majestuosidad, como si en él 
                se reuniesen todas las grandezas y virtudes”.  Así es, él heredó la misión profética 
                universal de Muhammad (PBd), heredó la valentía, 
                grandeza, justicia y generosidad de su padre, `Ali Ibn Abi Talib 
                (P), y fue el heredero del esplendor y brillantes virtudes de 
                una madre como Fátima Zahra’ (P). ¿Cómo 
                podemos negar que él es una muestra de la superioridad, 
                y eminencia de la grandeza del ser humano y un signo de la evidencia 
                de las virtudes de Dios, Glorificado sea?  Nuestros saludos sean para él, que es un modelo para 
                nuestra actuación y comportamiento.  Algunos dichos de este inmaculado Imam (P) “¡Juro por mi vida! Que no es el Imam 
                sino el que juzga en base al Libro de Dios, el que obra con equidad, 
                que profesa la religión de la verdad, y que aprisiona su 
                persona en (base a lo límites de) la Esencia Divina". “El hombre es esclavo del mundo y solamente 
                palpa la religión con la lengua, mientras considera que 
                estas palabras superficiales no perjudican su vida mundanal, entonces 
                gira en dirección a la religión; pero cuando es 
                experimentado en La Prueba, son pocos los que realmente siguen 
                la verdadera religión”.  Imam Husain (P) recomendó a su hijo Zain ul `Abidin(P):  “Hijo mío, abstente de ser tiránico 
                con alguien que no tenga a otro que lo auxilie, excepto Dios (que 
                dentro de poco Dios vengará al humilde)”.  Alguien se presentó ante Imam Husain (P) y le pidió 
                que le describiera qué es la felicidad en esta vida y en 
                la otra, quién le contestó lo siguiente:  “Aquél que busca el consentimiento 
                de Dios y no cambia la aprobación de Él por la ira 
                del hombre, Dios le remediará sus problemas por medio de 
                la gente; pero a aquél que busca complacer a la gente y 
                la satisfacción de la gente la obtiene con la ira de Dios, 
                lo dejará en el olvido”.  En una ocasión un hombre dijo a Imam Husain (P): “¡Oh, 
                hijo del Mensajero de Dios! ¡Aconséjame! yo soy un 
                pecador y no tengo las fuerzas suficientes para huir de esta falta.  El Imam (P) respondió "Realiza lo siguiente 
                y peca lo que quieras: 
                 No utilices ninguno de los beneficios que nos dio Dios, 
                  entonces peca.Si puedes apártate del gobierno y protección 
                  de Dios, entonces peca.Escóndete en un lugar en el que tu Creador no pueda 
                  verte, entonces peca todo lo que quieras.Si cuando mueras puedes negar tu vida al ángel 
                  enviado por Dios, Loado sea, entonces comete cualquier pecado 
                  que quieras.En caso de que cuando te estén introduciendo en 
                  las llamas del infierno puedas escaparte, entonces peca cuanto 
                  quieras.  Ahora si no puedes realizar los cinco puntos anteriores, 
                abstente de pecar”.  Y también dijo: “Los hermanos son de cuatro 
                tipos: El hermano que (su amistad) lo beneficia tanto a él 
                como a ti; el hermano que (su amistad) te beneficia; el hermano 
                que (su amistad) te perjudica; y el hermano que (su amistad) no 
                los beneficia a ninguno de los dos".   Preguntaron al Imam el significado de sus palabras, él 
                respondió: “El hermano que se beneficia tanto 
                a él como a ti, es el hermano que con su hermandad desea 
                que perdure vuestra fraternidad y el propósito de su amistad 
                no es destruir vuestra hermandad. Éste alguien lucha por 
                beneficiarse tanto a él como a ti; ya que en caso de que 
                vuestra amistad se complete vuestra vida se volverá dulce, 
                y si disminuye (la felicidad de los dos), será destruida. 
                  Pero el hermano que te beneficia es aquél que él 
                mismo, de un estado de codicia pasó a un estado de acercamiento, 
                y ya que desea que vuestra amistad perdure, no anda tras la ambición 
                de lo mundano. Pues en este caso con todo su ser te beneficia. 
                  El hermano que te perjudica es aquél que está 
                en espera de que tengas dificultades, está en desacuerdo 
                contigo, inventa mentiras de ti entre la gente y te mira celosamente. 
                Pues ¡la maldición de Dios Único sea para 
                él!   En cuanto al hermano que no los beneficia ni a él 
                ni a ti es aquél que Dios lo llenó de tonterías 
                y lo alejo de Sus bendiciones. Pues observas que él se 
                siente superior a ti y siente envidia de lo que tú posees”.  Y también el Imam (P) en otra ocasión dijo:  “¡Oh, hermano!, Tu inversión 
                y tu fortuna es tu misma vida, cada día que transcurra 
                de tu vida, en esa misma medida disminuye tu existencia (observa, 
                ¿aprovechaste de tu inversión y de tu fortuna?, 
                ¡ten cuidado que en el futuro no las desperdicies!)”. “Las experiencias prolongadas incrementan 
                el conocimiento”. “El Libro de Dios, Glorificado sea, se basa 
                en cuatro cosas: en las palabras, las indicaciones, las sutilezas 
                y las realidades. Las palabras son para el común de la 
                gente; las indicaciones son para los selectos; las sutilezas son 
                para los amigos y las realidades son para los Profetas”. “El giro de los asuntos y mandatos se encuentran 
                en las manos de los sabios de Dios…”. “Quien te ama, te veda (el mal) Quien te odia, 
                en cambio, te estimula engañosamente (a realizar el mal)”.  El Imam Husain (P) dijo en sus súplicas: “Fuiste 
                Tú el que limpió los corazones de tus amantes de 
                algún otro, hasta que exclusivamente te amaron a Ti… 
                Aquél que Te perdió, ¿qué ganó? 
                Y aquél que te halló, ¿qué perdió? 
                Aquél que aceptó a alguien o a algo fuera de Ti, 
                perdió”. 
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